La contratación de una empresa de outsourcing responde, en muchos casos, a un análisis profundo del core business de la organización que decide externalizar. Esto implica una revisión detallada de los procesos internos, la identificación de los puntos críticos o ineficientes y la decisión de transferir ciertas áreas operativas a un tercero especializado. Así, en vez de dedicar personal y recursos a tareas que no forman parte central del propósito de la compañía, se logra un equilibrio que impacta positivamente en el balance general de la empresa. Este enfoque permite, por poner un ejemplo, que el departamento de recursos humanos se concentre en la gestión de talentos estratégicos y la cultura corporativa, dejando en manos de proveedores externos la gestión de nóminas o el reclutamiento masivo en épocas de picos de demanda.